27 de marzo de 2013

Brahm El Hindú


Capítulo 1
Hace poco tiempo, en un sitio muy cercano estaba el campo de fútbol club Porlona y tenía que fichar nuevos jugadores.Hicieron una especie de casting, a ver quién le metería mas penaltis a Galdés. Sólo consiguió marcar Brahm.Todos dijeron que fue pura chiripa, porque era negro.
Brahm era un joven de 15 años. Tenía el pelo escarola. Era hindú. Llevaba 5 años en el club, para mejorar sus pases.
Brahm estaba tan emocionado que fue a hacer sus maletas,para regresar junto a sus padres.
Aunque primero tiene que hablar con su entrenador y despedirse de sus compañeros. Al llegar a su pueblo todo fue un fiesta. Sus padres estaban orgullosos de él. Sus hermanos no le dejaban ni hablar, de lo emocionados que estaban de tenerlo otra vez en casa.
¡Nunca pensaron que llegaría tan lejos!
Su padre, al abrazarlo le preguntaba:
-¿Damos unos pases en el jardín?
-Vale, por mí, encantado. Yo siempre estaría jugando, contesta Brahm.

CAPÍTULO 2
Se juntaron amigos, vecinos de Brahm. Eran unos diez chicos. Comenzaron a jugar. 
Brahm casi siempre tenia el balón ; pero él se lo pasaba a los demás.
Sus amigos notaron, que haber entrado en el Porlona, le había hecho mejorar su técnica  y dominio del balón. Se tomó el juego tan en serio que metió dos goles: uno por la escuadra y el otro, de volea.
Abrazaron a Brahm tan fuerte y emocionados que todos cayeron en el césped y ...¡menudas carcajadas!
Pero lo bueno, pronto se acabó y Brahm tiene que regresar a Porlona, dejando atrás a su familia, amigos... Llegó justo a tiempo para el primer partido de liga .Su entrenador lo  llamó para que saliera al campo.

Capítulo 3
Empezó el partido. Nadie le paraba. Brahm lo intentaba una y otra vez pero no tenía el balón hasta que, en una jugada buenísima que hizo su equipo, tiró Kiesta y dio en el palo, llegó el balón a los pies de Brahm que, corrió hacia la portería,chutó y ... ¡GOL!
¡Vaya alegría! Todos se abrazaron y se cayeron ¡``como en casa´´!- pensó Brahm.
Se sintió el chico más feliz del mundo, aún estando sus compañeros  sobre él.
Desde ese día, Brahm era un jugador más dentro del equipo. Era querido y admirado por todos sus compañeros. Atrás habían quedado, esos días tan solitarios y tristes en Porlona.
¡Brahm era feliz!





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